¡Hola!
Cuando me preguntan “¿Qué es el teatro?” Me imagino una puerta; una puerta que se abre a un nuevo universo, en el que la realidad y la ficción se mezclan en un mismo espacio: un lugar de creación y creatividad.
El teatro cobra vida cada vez que se representa, porque en el momento presente está su verdadera belleza. Pero esa belleza no se encuentra en aquello que se cuenta, la misma está en la verdad de cómo se cuenta dicha situación.
El actor es una herramienta para que el personaje cobre vida; se haga escuchar, se exprese y cuente su verdad. ¿Un acto de fe? ¡Definitivamente! Si él mismo no cree lo que está representando, solo brindara una mentira de la realidad que esta simbolizando.
El teatro es una gran orquesta, es el gran hacedor; el actor, la escenografía, la puesta y la voz del propio autor de la obra, son articulados de distintas maneras para crear sobre las tablas una obra de arte, una obra viviente y sintiente, que nos permite confrontarnos y cuestionarnos.
En el teatro, la belleza artística no consiste en representar una cosa bella, sino en la bella representación de una cosa.